Con 11 siglos de historia, Van Phuc, aldea dedicada a la elaboración y comercio de seda en las afueras de Hanoi, se esfuerza por protegerse de los desafíos de la integración internacional, la desaparición gradual del oficio y su baja competitividad.

Creado en el siglo IX por La Thi Nga, una señora de familia real, esos tejidos son una materia preciosa comparada con los cuernos de rinoceronte y colmillos de elefante que fue exportada a muchos países en aquella época.

En declive y en el olvido, a causa de los tiempos bélicos, la tejeduría vivió su restauración a principios de los noventa cuando los artesanos se reunieron y establecieron una cooperativa para impulsar los negocios.

Sin embargo, las generaciones posteriores no se muestran interesadas en este oficio tradicional por el bajo ingreso (50 dólares mensuales) dadas las limitadas demandas.

Van Phuc dispone hoy de más de un centenar de familias especializadas en esta técnica, casi siete veces menos que en años anteriores, informó Dinh Thi Dung, una tejedora veterana.

Actualmente, los artesanos buscan materia prima de las tierras vecinas, dedicadas al cultivo de moreras-gusanos de la seda para su producción.

Otras zonas también aprenden la tejeduría y su seda- pese a la baja calidad- parece más fina y lustrosa por la técnica de teñido, aseguró Thi Dung al explicar la razón que produjo la carencia actual de pedidos.

Nguyen Van Lu, dueño de una de las mayores fábricas del pueblo recordó que antes los telares funcionaban todo el día por la cantidad de clientes, especialmente extranjeros.

Pese al transcurro del tiempo y los altibajos del mercado, particularidades como la calidad de la tela y el fino diseño de las piezas convierten la seda de Van Phuc en uno de los productos favoritos y escogidos por los visitantes de otros países.

Es maravilloso observar las manos ágiles de los artesanos. Visitamos el pueblo y fueron muy hospitalarios al invitarnos a verlos tejer en sus locales. Es magnífico y un sentimiento que nunca he tenido en Estados Unidos, expresó Simon Mont, un estudiante de filosofía de la Universidad de Denison, quien se encuentra aquí para visitar a sus padres.

Los pobladores son sociables y sus obras son excelentes por su calidad, variedad y bajo costo, reveló la joven australiana Eshani Mends, quien confesó que le fascina la seda de Van Phuc.

Además de invertir en la modernización de maquinaria y tecnología, los artesanos lugareños se esfuerzan por mejorar la habilidad y valorizar la creatividad en aras de satisfacer las necesidades de los compradores.

Con su gran pasión y devoción por este oficio, el maestro Nguyen Huu Chinh consiguió producir la tela decolorada, mientras que el anciano Trieu Van Mao logró restaurar diversos tipos de seda que parecían perdidos. - VNA