El vietnamita no espera al Tet (Año Nuevo Lunar) para encender un incienso, pero cada vez que viene esta fiesta tradicional lo prende para evocar a los antepasados con la convicción de que existen conexiones entre los mundos real e imaginativo.

El vietnamita antiguo no consideraba la muerte como un fin. El fallecido poeta nacional Nguyen Du (1765-1820) definió la defunción como una pérdida corporal, ya que el espíritu subsiste permanentemente con los hijos y nietos.

Encender inciensos significa abrir un canal de comunicación con nuestros ancestros y esto es muy interesante, declaró a la VNA el profesor de Historia, Nguyen Minh Tuong, en ocasión de la llegada del Año de Tigre (2010).

Según los autores de la obra ¨Costumbres de culto en familias vietnamitas¨ publicada en 1996, el espíritu de los muertos influye notablemente en la vida de los vivos. Muchos, por honrar a sus padres fallecidos, no hacen nada de mal y tratan de pensar dos veces antes de realizar un trabajo.

Hasta la fecha, no ha habido ninguna explicación convincente porqué el vietnamita enciende tres inciensos (o un número siempre impar) para rezar ante un altar.

El profesor Minh Tuong explicó que ese hábito viene de la teoría de ¨Tres objetos valiosos¨, del Budismo. Según el Confucionismo, los tres inciensos representan al cielo, la tierra y el hombre y el número 3 es un signo positivo.

Más allá, Minh Tuong insistió en que se trata de un culto propio del destacado discípulo de Confucio, Tan Tu, quien enseñaba que el que está en poder debe tener precaución ante las muertes, en particular, y las pérdidas, en general, para recordar el mérito de los antepasados. Esto es una tradición de lealtad, indispensable para consolidar el poder.

Los vietnamitas del siglo XX levantaron el altar Nam Giao, donde ofrecen cultos al Cielo y la Tierra durante los primeros días del año nuevo lunar. Hoy día podemos presenciar esta ceremonia en la provincia de Thua Thien-Hue, en el centro del país. /.