La llamada “línea de nueve tramos” que China autodefinió en el Mar Oriental y sus recientes actos provocativos en esas aguas complican la situación y son la principal causa de la actual tensión en la región.

Ante la pomposa propaganda por Beijing de esa ambiciosa e infundada demarcación territorial, también conocida como “línea en forma de U” y que abarca nada menos que el 80 por ciento de la superficie del mar del Este, es necesario apuntar los fundamentos legales y evidencias históricas de la indiscutible soberanía de Vietnam sobre los archipiélagos de Hoang Sa (Paracels) y Truong Sa (Spratlys).

Estas pruebas también mostrarán que las grandilocuentes y engañosas palabras de China no pueden tapar su intención real de monopolizar el Mar Oriental.

La fuerza de la verdad histórica…
La verdad histórica es única y nadie tiene el derecho de tergiversarla, ni puede revertir el curso del tiempo. Vietnam dispone de suficientes bases jurídicas y evidencias históricas que demuestran su ocupación de Hoang Sa y Truong Sa al menos desde el siglo XVII cuando esas islas no pertenecían a ninguna otra nación.

Del siglo XVII al XIX, el Estado feudal vietnamita ejerció múltiples acciones jurisdiccionales en ambos archipiélagos como realizar trabajos topográficos y cartográficos, designar flota de patrulla, levantar templos y lápidas de demarcación fronteriza en esos territorios, al igual que organizar y administrar actividades pesqueras en sus alrededores.

De los 773 tomos originales de “Chau ban” o documentos reales de la dinastía Nguyen (de 1600 a 1788 en las partes central y sureña de Vietnam y de 1802 a 1945 en todo el país) conservados hoy día, 18 son reportes minuciosos de las actividades soberanas vietnamitas en Hoang Sa y Truong Sa.

Los “Chau ban” constituyen informes oficiales que altos mandarines entregaron al rey, sobre los cuales el monarca escribió con sus propias letras, habitualmente con tinta roja idéntica, sus repuestas, comentarios y decisiones, convirtiéndolos en resoluciones supremas y únicas para cada asunto estatal.

En ese sentido, aquellos 18 “Chau ban” son expedientes jurídicos e históricos sin par, que ningún otro país posee, para ratificar su soberanía y jurisdicción no sólo sobre Hoang Sa y Truong Sa, sino en cualquiera parte del Mar Oriental.

No es casual que el contenido de esos antiguos documentos vietnamitas coincide con el Atlas Mundial del extraordinario geógrafo belga Phillippe Vandermaelen, publicado en 1827.

Esa antología cartográfica incluye cuatro mapas fraccionados de Vietnam, llamado entonces el Imperio de An Nam, a los cuales se anexa el mapa de las islas Paracels (Hoang Sa) cuyas denominaciones aún se usan internacionalmente hoy día.

También de acuerdo con ese Atlas, el extremo sureño del territorio chino no pasa la latitud 18 Norte, lo mismo que describen las propias cartografías oficiales de China antes del siglo XX, así como obras de estudiosos y navegantes occidentales.

En la época de la colonia francesa (a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX), el gobierno galo, en nombre de Vietnam, continuó la administración sobre Hoang Sa y Truong Sa y envió tropas a acampar en esas islas. En los años 1930, estableció la dependencia de esos archipiélagos a provincias vietnamitas en el territorio firme.

Según el Acuerdo de Ginebra de 1954 sobre el restablecimiento de la paz en Indochina, Francia cedió ese derecho al gobierno de Saigón, o sea la República de Vietnam, y después de la reunificación nacional en 1975, el Estado de la República Socialista de Vietnam asumió la gobernación sobre Truong Sa (el Hoang Sa fue anteriormente invadido por China).

De esa forma, el ejercicio soberano de Vietnam sobre los territorios de Hoang Sa y Truong Sa fue práctico, pacífico y continuo, en plena concordancia con lo establecido en las leyes internacionales al respecto.

Por el contrario, los pasos chinos para imponer su “soberanía” sobre esas islas fueron simplemente acciones unilaterales, arbitrarias, infundadas y basadas en el uso de la fuerza.

Apenas en diciembre de 1947, el Ministerio de Interior de China promulgó el “Mapa de las islas (chinas) en el Mar del Sur (Mar del Sur de China o Mar Oriental)” nombrando a varios islotes rocosos, arrecifes o bancos de arena, entre otras, y lo publicó internacionalmente un año después.

A continuación, en 1956, el ejército chino ocupó la parte occidental de Hoang Sa y en 1974, invadió con fuerzas el resto de ese archipiélago vietnamita (entonces bajo la administración del gobierno de Saigón). En 1988, también de modo violento, atacó y se apoderó de varios bancos de roca sumergidas de Truong Sa.

Cabe recordar que esas consecutivas indiferencias chinas del derecho internacional tuvieron lugar justo después de un importante evento mundial: la Conferencia de San Francisco de 1951, que determinó el destino de los territorios coloniales de los Aliados ocupados por Japón, incluido Vietnam.

En aquel foro histórico, los representantes de Vietnam ratificaron la soberanía de su país sobre Hoang Sa y Truong Sa y ningún otro Estado participante lo cuestionó.

Tal hecho significó un reconocimiento internacional a la soberanía vietnamita en esas islas y, como consecuencia lógica, el rechazo a la reclamación china sobre ellas.

Otra vez, la verdad mostró su fuerza y el argumento de Beijing de que después de la Segunda Guerra Mundial, “China recuperó sus archipiélagos de Xisha (Hoang Sa o Paracels) y Nansha (Truong Sa o Spratlys)” va totalmente en contra de la realidad histórica de ese momento.

…y lo infundado de la “línea de nueve tramos”
La llamada “línea de nueve tramos” de China carece de los fundamentos jurídicos e históricos más elementales, incluso de coordinadas concretas, así como del debido reconocimiento internacional.

Beijing presentó por primera vez ante las Naciones Unidas, nada menos que en 2009, su reclamación marítima demarcada por esa línea. De inmediato, Vietnam, Indonesia y Filipinas enviaron a la mayor organización mundial sus rechazos oficiales a esa irrazonable demanda china.

Desde entonces, en innumerables foros internacionales, estadistas, funcionarios, científicos e investigadores independientes de todos los rincones del mundo criticaron lo irrazonable de esa reclamación china, indicándola como principal causa de las tensiones y complicaciones en el Mar Oriental.

Al infringir las zonas económicas exclusivas de Vietnam, Filipinas, Indonesia, Malasia y Brunei, esa reclamación va en contra de la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar (UNCLOS) de 1982, en la cual también participa China.

El fuerte compromiso vietnamita con el derecho internacional
Resulta clarividente y unánime la postura vietnamita sobre Hoang Sa y Truong Sa: Vietnam es el primero y único Estado que ejerce sus derechos en esos dos archipiélagos de forma pacífica, estable y continua, y tiene suficientes pruebas históricas y fundamentos legales para ratificar su soberanía en ambos territorios.

Además, Hanoi está determinado a resolver todos los litigios en el Mar Oriental por medios pacíficos y sobre la base del derecho y práctica internacionales, especialmente la UNCLOS y la Declaración de Conducta en esas aguas, firmada en 2002 entre la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia y China.

Siendo un Estado firmante y ratificatorio de la UNCLOS, Vietnam cumple hoy día su compromiso con las actividades de control administrativo, explotación de recursos naturales y protección ambiental, completamente en su zona económica exclusiva y plataforma de 200 millas marinas, sin conflicto alguno con otros países.

La introducción ilegal y perversa por China de la plataforma perforadora Haiyang Shiyou-981 en aguas vietnamitas estos días, así como su demanda de que las actividades petroleras en el Mar Oriental deben tener la autorización de Beijing, son absolutamente irrazonables e inaceptables.

De esa manera, ofenden los derechos soberanos y jurisdiccionales de otros países litorales en el Mar Oriental, refrendados en UNCLOS, un documento universal que China también firmó y tiene el deber de cumplirlo. – VNA