El cartel cubano y la guerra de Vietnam

Hanoi, 08 sep (VNA)- Reconocidos artistas de la plástica cubana crearon simbólicos carteles que denunciaron a nivel mundial con distintos estilos creativos, pero con esclarecedores mensajes políticos, la guerra que Estados Unidos impuso al heroico pueblo de Vietnam, el cual nunca dudó de su victoria a pesar de las asimetrías militares de los dos países.

El heroísmo, la tenacidad, el valor y la seguridad de los vietnamitas en el triunfo inspiraron el quehacer de la gráfica revolucionaria cubana.

Los creadores de la Isla convocados por un sentimiento de solidaridad devinieron, con sus carteles inspirados en la fortaleza moral de una nación distante y querida, mensajeros del arte político comprometido con la causa revolucionaria.

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Vietnam, dividido por la fuerza imperial, libró una dura batalla por la unificación nacional, impedida por los títeres de la parte Sur apoyados por las fuerzas militares de Estados Unidos.

Figuras del cartel cubano como René Mederos Pazos, Alfredo Rostgaard, Frémez (José Gómez Fresquet) y Félix Beltrán, dedicaron tiempo e ideas a difundir con estilos propios y singulares en los que se unían las técnicas y los pensamientos políticos los valores de Vietnam y su pueblo.

Piezas que divulgaban los horrores de una guerra impuesta y transmitían en sus formas y colores el sacrificio y la valentía de una población que día a día reconstruía los destrozos dejados por la aviación enemiga; que andaba descalza; que veía sus aldeas incendiadas; que carecía de alimentos y medicinas, pero que jamás pronunció la palabra derrota.

Siempre con la confianza en la victoria, en la llamada guerra de todo el pueblo participó un conjunto poblacional de gente sencilla, inteligente, innovadora, que quería lograr la reunificación nacional y la reconstrucción del Norte del país.

Los carteles cubanos penetraron en numerosos países, incluido Estados Unidos, donde una mayoría de la juventud rechazaba la presencia de sus soldados en la nación indochina. En ese formato gráfico se reflejaron durante años las distintas facetas de la confrontación bélica, desenmascarando a sus promotores y dando a conocer la resistencia de aquellos asiáticos a quienes José Martí llamó “anamitas”, en su libro La Edad de Oro,dedicado a los niños.

 

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¿Cómo reflejar en la plástica la agresión de la poderosa potencia militar durante 20 años, en la que emplearon más de medio millón de sus soldados y una cantidad similar de tropas títeres del gobierno de Saigón, lanzaron más de 15 millones de toneladas de bombas y gastaron 360 mil millones de dólares?

¿Cómo demostrar desde el arte la crueldad de los invasores y la resistencia de un pueblo que apoyó y contribuyó de manera crucial a su Ejército del Norte y al Frente de Liberación Nacional en el Sur?

Cuba, que hizo suya la causa revolucionaria del lejano Vietnam, organizó en La Habana la Primera Conferencia de Solidaridad de los pueblos de África, Asia y América Latina, del 3 al 15 de enero de 1966.

En aquella ocasión vio la luz en el panorama de las artes plásticas cubanas el primer cartel impreso en Cuba relacionado con los vietnamitas, obra del artista Jesús Forjans Boade, quien con una configuración sintetizada reflejó la imagen de un combatiente revolucionario con la bandera en alto, y una simbólica frase: “Vietnam, estamos contigo”.

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La reproducción de esa primera gráfica política vinculada a Vietnam (ya que la mayoría de los carteles reflejaban hasta entonces momentos de la Revolución Cubana), despertó la conciencia de quienes en muchos países, por una u otra razón, carecían de información sobre lo que ocurría en la nación indochina. Comenzó así una permanente campaña de solidaridad con quienes combatían en las selvas y en las ciudades a las  tropas norteamericanas, que trataban de destruir la parte Norte del país para evitar la liberación del Sur y su unificación.

La agresión contra Vietnam y su valerosa población motivaron en los artistas de la Isla la conformación de formatos técnicos atractivos y vanguardistas, partiendo del criterio de que el arte es belleza, pero que alerta, moviliza, denuncia. La defensa y la solidaridad con el país del líder partidista Ho Chi Minh, artífice de la posterior victoria, fue plasmada en las piezas diseñadas en Cuba y reproducidas y conocidas en el mundo.

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Los carteles cubanos sobre Vietnam se convirtieron en otra arma de lucha contra la potencia de Estados Unidos.

Solo Cuba, su pueblo y en ese conglomerado sus artistas, entendieron quizás como ninguna otra nación la necesidad de que el cartel se convirtiera en elemento de movilización social, tal como ocurrió desde que el primero caminó por el mundo.

Signos abstractos o figurativos idealizaron metáforas visuales que transmitían mensajes políticos.

Cuba denominó al año 1967 como “Año del Vietnam Heroico”, gesto de gran significación política que verificaba la hermandad de la nación caribeña  con quienes desde una primera línea de combate enfrentaban la prepotencia y la crueldad de los soldados norteamericanos.

En enero de ese año, la Organización de Solidaridad con los pueblos de Asia, África y América Latina (Ospaal) realizó una jornada de solidaridad tricontinental. Para aludir la representación asiática, el artista Antonio (Tony) Evora utilizó la figura del símbolo de la resistencia popular Nguyen Van Troi, un joven detenido, torturado y asesinado por los ocupantes en 1964.

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También la Ospaal publicó en marzo de ese año una gráfica de Eduardo Bosch que reproducía el deseo de millones de personas: “Hay que cortarle la mano al imperialismo en Vietnam”.

Cuando Bosch hizo su obra, los efectivos norteamericanos en la tierra de los antiguos anamitas ascendían a 440 mil, con unos cuatro mil 500 aviones y helicópteros, tres mil piezas de artillería y tres mil 500 blindados.

El año 1967 fue pródigo en la gráfica política local. Alfredo González Rostgaard, conocido por su segundo apellido, concibió un cartel-emblema, con la realización gráfica de Lázaro Abreu Padrón, que contenía la frase  “Crear dos, tres, muchos Vietnam” en español, inglés y francés escrita por el Comandante Ernesto Che Guevara en su mensaje a la Tricontinental. Eran momentos en que el Ejército de Liberación del Sur asestaba significativas derrotas a los enemigos.

 

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Algunos de ellos son considerados obras de alto valor artístico y han sido exhibidos en circuitos importantes de la especialidad gráfica.

Destaca el creado  por Rostgaard para la promoción del alegórico cortometraje del realizador cubano Santiago Álvarez  titulado “Hanoi, martes 13”, en el que el diseñador refleja  dos bombas en posición vertical con la imagen del entonces presidente estadounidense Lyndon B. Johnson; una composición que hace alusión al bombardeo ordenado por el gobernante a la capital asiática el 13 de diciembre de 1966.

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Con la convicción del triunfo de Vietnam, Rostgaard diseñó el cartel  Derribo del  avión 4 000, de 1970, que intuía la huida atropellada de los usurpadores, luego de importantes triunfos diplomáticos por parte de Hanoi.

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Otro creador que se distinguió en aquellos años fue René Mederos Pazos, quien trabajó arduamente en las campañas solidarias con los vietnamitas. Sus primeros carteles aparecen bajo la rúbrica de la Ospaal en 1968. Con una dosis histriónica, Mederos hizo uno siempre recordado, con la grafía “Viet Nam”, en el que alude en dos líneas de texto el nombre del país.

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También es muy reconocido el que anuncia “Vietnam Semana de Solidaridad, marzo 13-19”, en la que demuestra su ingenio con una composición en la que repite cuatro veces la palabra Saigón (hoy Ciudad Ho Chi Minh) con los colores de la bandera estadounidense  que degrada como expresión de la inevitable derrota, y de la que emerge la insignia vietnamita.

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Autodidacta, este artista que visitó Vietnam durante la guerra en dos ocasiones, asumió en su obra el sello distintivo del realismo, con la presencia de la figura humana como elemento central.

Después de dos meses de recorrido por Vietnam del Norte, en medio de los combates Mederos se inspiró para hacer un conjunto de 30 pinturas exhibidas en Hanoi y en la Casa de las Américas, con sede en La Habana. Diecisiete de esas piezas fueron reproducidas en serigrafías que se distribuyeron en Cuba y en el extranjero, en especial Estados Unidos.

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En aquellos momentos de esplendor del cartel cubano, el artista José Gómez Fresquet (Frémez) publicó una memorable obra conocida como “La modelo y la vietnamita”. Esa pieza obtuvo el premio de grabado de un concurso convocado por Casa de las Américas en 1968.

La obra de Frémez fue reproducida como cartel y recorrió el planeta, atrayendo una vez más la mirada internacional sobre la guerra contra Vietnam.

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Son muchos los renombrados artistas de la plástica cubana convocados por la lucha de Vietnam, entre ellos Raúl Martínez, Umberto Peña, Olivio Martínez Viera y Ernesto Jesús Padrón Blanco. Ellos también dejaron su impronta en la gráfica solidaria.

La función comunicativa del cartel jugó un rol fundamental en las campañas de solidaridad de Cuba con el agredido país asiático. El aporte de los autores cubanos, con su estética de carácter universal, permitió a millones de seres humanos identificarse con la realidad y la epopeya de un pueblo que defendió su país con armas convencionales, pero también con ballestas, arcos y flechas.

Un ejemplo recogido de manera ejemplar para todos los tiempos por los artistas de la isla caribeña distante 15 000 kilómetros de Vietnam, que, tal como aseguró Ho Chi Minh, resurgió diez veces más hermoso.

Por Mariela Pérez Valenzuela, especial para la Agencia Vietnamita de Noticias (Fotos: internet)