Hanoi- El culto a los ancestros constituye una costumbre, un estándar moral y principio humano, así como una parte importante de la vida espiritual de los vietnamitas.
La veneración a los antepasados, una tradición de larga data en Vietnam, se considera una tradición de gran belleza cultural de este pueblo, puesto que muestra el respeto y la gratitud de las familias a los fallecidos.
Para rendir tributo a los difuntos, no se necesita una bandeja llena de ofrendas, sino que basta con ofrecer un incienso.
El lugar donde se ubica el altar ancestral suele ser el más solemne de la casa. En el medio del ara, se coloca un cuenco de incienso que representa el universo, mientras que en sus dos esquinas externas, siempre se sitúan dos lámparas (o velas), la de la izquierda representa el Sol, y la de la derecha, la Luna. Al iniciar el ritual, los dueños del hogar encienden las lámparas (o velas).
Justo detrás del cuenco de incienso, generalmente se ubica un incensario de tres patas, cuya tapa se decora con la imagen de un unicornio que representa la superioridad de los ancestros sobre cada familia.
En el pasado, las familias adineradas utilizaban los objetos de color dorado como el oro y tabletas ancestrales de cuatro generaciones de antepasados, con su nombre completo, título y fechas de nacimiento y fallecimiento.
En los días de conmemoración del fallecimiento de un ancestro, festividades por el Año Nuevo Lunar (Tet) o acontecimientos importantes en la vida de cada vietnamita como bodas y exámenes, las familias a menudo realizan una ofrenda de incienso para orar por la buena fortuna.
Se puede decir que todos los eventos que ocurren en la familia son informados a los antepasados por el dueño de la casa. El espacio alrededor del lugar donde se coloca el altar constituye un sitio para que los integrantes de cada familia se reúnan en ocasiones especiales.
Los vietnamitas prestan especial atención a la dirección del altar. Según el budismo, el sur es normalmente el lugar de prajna, es decir, la sabiduría, la proyección de la creatividad, la vitalidad y el yang.
Además, muchas familias también colocan los altares orientados al oeste, dirección compatible con la armonía entre el yin y el yang, con la esperanza de que brinde paz y prosperidad.
A lo largo de los siglos, la percepción sobre el culto a los antepasados de los vietnamitas ha cambiado en algunos aspectos, pero su mayor significado sigue siendo conservado.
Los pobladores del país indochino consideran esa tradición como uno de los principios morales del ser humano, así como una forma para mostrar la fe y gratitud de los descendientes hacia los difuntos.
Durante el Tet, una festividad importante en Vietnam, el culto a los ancestros se vuelve aún más especial. La decoración del altar depende de los recursos de cada familia, pero siempre se prepara una bandeja compuesta por cinco frutas.
Un racimo de plátanos verdes simboliza el deseo de una protección de los poderes sobrenaturales y los antepasados, mientras pomelos y sandías representan la fertilidad, y el quinoto y caquis connotan la riqueza y la prosperidad.
Se dice que las cinco frutas son un símbolo de los cinco elementos básicos de la filosofía oriental (metal, madera, agua, fuego y tierra). Otras teorías describen a la bandeja como un símbolo de los frutos del trabajo duro de la familia durante todo el año pasado, que se consagran en el cielo y la tierra y sus antepasados como señal de respeto y gratitud.
Por otra parte, la rama de flor de melocotón colocada en el altar posee el poder mágico de repeler los espíritus malignos, al contener una gran vitalidad. Por tal motivo, esas flores representan una oración y bendición al comienzo de la primavera.
Mientras, la caña de azúcar, situada al lado del ara, simboliza la imagen de los "abuelos" de la familia con sus bastones.
En el momento sagrado de la Nochevieja, todos los miembros de la familia se paran frente al altar ancestral para realizar la ofrenda de incienso y rezar por un nuevo año lleno de salud, paz y suerte./.