Antes de llegar aTúnez, país vecino de Libia, para organizar planes del traslado, elcanciller, Albert del Rosario, informó que la persuasión a loscompatriotas para que abandonen lo antes posible esa nación africanaconstituye uno de los principales retos actuales.
A pesar del deterioro de la situación allí, muchos filipinos, quienestrabajan mayormente en construcción y salud, se negaron a regresar a laPatria por las preocupaciones ante el desempleo.
Hasta el momento, solo unos 700 filipinos salieron de Libia, según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El plan de evacuación se produjo en el contexto de los ataques contralos filipinos que viven y trabajan en esa nación, incluido un caso desecuestro y violación sexual el 30 de julio y un asesinato el día 20.
La violencia de casi un mes en Libia por losenfrentamientos entre grupos islámicos armados y fuerzas secularespresenta el riesgo de llevar al país al borde de la guerra civil, lacual podría ser más sangrienta que la de 2011 durante el derrocamientodel líder Moamer Gaddafi. – VNA