Con algo más de cuatro mil 500kilómetros cuadrados, el territorio tiene 72 camposantos cuyas diferentesdimensiones no les impiden contar con igual fuerza la épica de un pueblodecidido a hacer de este un solo país.
Quang Tri tiene unos 650 mil habitantesy sus necrópolis militares albergan a unos 65 mil mártires, uno por cada 10pobladores de la provincia.
El mayor de esos cementerios es el deTruong Son, situado a menos de 10 kilómetros del río Ben Hai, que de 1954 a1975, junto con el Paralelo 17, quebró a Vietnam por la mitad… Allí, entre esosaños, a fuego limpio, se decidió en gran medida la suerte de esta nación.
En sus 140 mil metros cuadrados hay 10mil 333 tumbas cuyas lacónicas inscripciones ocultan otros tantos dramaspersonales y la tragedia colectiva de un Vietnam que no olvida a los yacentes.
A Quang Tri vinieron a combatir hombresy mujeres de todo el país, lo que explica que el Cementerio Nacional de TruongSon esté dividido en 24 secciones donde reposan los inmolados según su lugar deorigen.
En la parte superior, las losasmuestran una sencilla inscripción, “Liet si” (Mártir), y debajo, el nombre y lafecha de nacimiento y muerte del caído. Un simple cálculo permite concluir quela inmensa mayoría de ellos murió cuando estaban en la flor de la juventud… 17,18, 20 años…
Otras tumbas dicen aún menos: estánvacías, a la espera de que sean encontrados o identificados los despojosmortales de quienes combatieron en Quang Tri y sus inmediaciones, o cuandotransportaban pertrechos al resto de Vietnam del Sur a través de la accidentaday mítica Ruta Ho Chi Minh.
Están desaparecidos, pero no olvidados:a 43 años de terminada la guerra, Vietnam aún los busca desesperadamente.
Según estimaciones oficiales, de loscerca dos millones de soldados regulares y guerrilleros caídos en acción entodo el país, unos 300 mil todavía no han sido encontrados o identificados.
Varias razones lo explican.
Por una parte, muchos de los soldadosdel Norte no llevaban al pecho una chapilla metálica de identificación, sinopapeles que la mayoría de los casos ni siquiera estaban plastificados.
También ocurría que una sola bomba aniquilaba a un grupo de soldados a la vezy, en el fragor de la batalla, el entierro se hacía a la carrera y sinidentificar bien a los muertos, que no pocas veces fueron a parar a una tumbacomún.
Los años transcurridos, junto a lahumedad del clima, se encargaron de borrar los documentos y destruir lososamentas hasta hacerlos irreconocibles.
A la espera del hallazgo eidentificación de sus restos, una tumba digna los espera en los cientos decementerios dispersos por todo el país.
El de Truong Son, inaugurado en 1977,recibe todos los días a decenas de familiares de los mártires, a simplesciudadanos o a turistas interesados en la historia del país. Las procesionesson especialmente masivas en fechas como el 30 de abril, Día de laReunificación.
Con su presencia en lugares como ese,flores e inciensos en mano, los vietnamitas hacen honor a una frase que aplicana muchas situaciones en sus vidas: “Hay que recordar la fuente del agua quebebemos”.
Las modestas tumbas del Cementerio deTruong Son son una de ellas. - VNA
Por Alberto Salazar (PL) y Duong Bui(VNA)
Con fotos de Marta Llanes