El sismo de magnitud 7,5 arrasó franjas de Palu en la isla de Sulawesi enseptiembre del año pasado, matando a más de cuatro mil 300 personas, según laagencia nacional de desastres.
Al menos 170 mil residentes en esa ciudad y los distritos circundantes todavíaestán desplazados, a pesar de que la vida vuelve a la normalidad en otras áreas.
“Seis meses después de esos desastres, estamos muy preocupados por el hecho deque un estimado de seis mil niños aún viven en alojamientos temporales, comotiendas de campaña, así como por otros miles que residen en hogares dañados”,dijo Tom Howells, de la organización Save the Children.
Las lluvias monzónicas han avivado brotes de malaria y fiebre del dengue, mientrasque los residentes en las zonas más afectadas se han visto obligados a navegarpor alcantarillas abiertas en medio de montículos de escombros.
Además del daño a decenas de miles de edificios, las calamidades destruyeronbarcos de pesca, tiendas, y sistemas de irrigación, afectando a los ingresos dela población.
“Las personas en las comunidades afectadas necesitan una fuente de ingresosestable para mantenerse y recuperar la normalidad”, dijo Christophe Bahuet,representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo enIndonesia.
Se estiman que las pérdidas materiales en Palu superan los 900 millones dedólares. El Banco Mundial ofreció al país hasta mil millones de dólares enpréstamos, para que la ciudad se recupere.
El país del Sudeste Asiático es una de las naciones más propensas a losdesastres en el mundo debido a su ubicación en el llamado “Anillo de Fuego delPacífico”, donde se registran cada año unos siete mil terremotos. – VNA