Llamarlo amor de cachorro sería muy inexacto.
Este francés, cuyo nombre vietnamita es LeGiang Sinh (que significa Noel en ese idioma), llegó por primera vez a Hanoi en1989 para desempeñarse como diplomático, y la ciudad le causó una profundaimpresión.
Para su satisfacción, en2012 regresó como embajador de Francia y reafirmó su primera impresión de que “cadadía de vivir y trabajar aquí es un día alegre”.
"Sorprendentemente, medi cuenta de que mi deseo de vivir aquí crecía día tras día", confiesa.
A lo largo de su mandatocomo embajador, su adoración por la ciudad lo ha llevado a caminar por rinconesque la mayoría de los visitantes ocasionales suelen pasar por alto. Sus largasy frecuentes caminatas por esos sitios avivaron aún más su cariño por Hanoi, unlugar que desde entonces considerado su segundo hogar.
Durante su mandato comoembajador, Poirier dio rienda suelta a su fascinación al hacer un documentalcon la ayuda de su hermano, un director de cine.
Al explicar su motivaciónpara hacer la película, dijo: “Me propuse atrapar el alma de la ciudad. Queríahacer una película sobre mi propio descubrimiento de la gente y la tierra de Hanoi,que se ha convertido en parte de mi alma”.
Durante más de un año, suhermano mayor, Henri-Louis Poirier, lo acompañó en la cautivante empresa de rodarla película.
Para capturar el ritmodiverso de la vida en Hanoi, los dos abandonaban las comodidades de susresidencias y se aventuraban por la ciudad lo mismo en verano, cuando el solderretía el asfalto de las calles al mediodía, o durante las frías noches y losgélidos amaneceres del invierno.
Semejante disposiciónresultó en escenas increíblemente bellas y vívidas, como esas en que puedenverse a ciudadanos haciendo ejercicios temprano en la mañana, un bulliciosomercado callejero o el caótico tráfico de la urbe.
Poirier considera a lapelícula una invitación para que el público se una a él en un viaje de descubrimientode la ciudad, sobre todo aquellos lugares que el turista común no acostumbra a visitary que incluso la mayoría de los hanoyenses no han pisado.
La vertiginosa danza del tráfico
En el documental, Jean-NoëlPoirier confesó que durante sus cuatro años en Hanoi siempre se preguntó: ¿sonlos vietnamitas conscientes de los peligros que para ellos mismos y los demásrepresenta conducir un vehículo o caminar por estas calles?
En todo el mundo hay leyesde circulación vial, pero en Hanoi, los conductores de automóviles y motocicletasparecen olvidar las normas de la vida en comunidad: las calles son espacios sinreglas y cada acto está dictado por el único propósito de moverse sin tener queparar o reducir la velocidad.
Según Jean-Noël Poirier,semejante anarquía vial puede causar reacciones violentas en París, pero no enHanoi, donde esta suerte de "baile" a menudo hace que la gente sesienta mareada.
"Nunca había vistoalgo así en ningún otro lugar del mundo", refiere.
“Durante cuatro años comoembajador, deambulé por las calles de Hanoi y traté de capturar las esencias dela ciudad. Hanoi se ha convertido en parte de mi alma", confiesa Jean-Noël.
Y tanto se le adentró Hanoien carne y espíritu, que al término de su misión como embajador, decidióquedarse en la ciudad.
Rincones escondidos
Uno de los rinconesescondidos a los que conduce el documental, siguiendo los pasos de Poirier, esal humilde barrio de la clase trabajadora Van Chuong, al que encontró porcasualidad.
Aquí, en este barrio, realizóun hallazgo significativo sobre Hanoi.
Ubicado no lejos de laestación de tren Hang Co y, por lo tanto, de la Embajada francesa, Poirierdescubrió que ese era un lugar ideal para escapar del bullicio de su oficina.
"El área tiene un estilode vida propio y una atmósfera única que es difícil de encontrar en cualquierotro sitio de la ciudad", explica.
Golpeados por décadas delluvia y luz solar, los bloques residenciales forman una "ciudad dentro deuna ciudad" con varias tiendas, supermercados, mercados agropecuario yescuelas.
Las exploraciones dePoirier también lo llevaron al área de Linh Nam, al sur de la ciudad, que hace20 años era un área agrícola. Hoy es el nuevo distrito de Hoang Mai e innumerablesedificios recién construidos marcan el paisaje.
Sin embargo, todavía sobrevivenalgunas áreas verdes que Poirier califica de "una porción de paraíso dentrode la ciudad". Enamorado de esos relajantes espacios, Poirier dijo esperar“fervientemente" que nunca los invada la urbanización y, en cambio, seconviertan en parques donde los hanoyenses puedan caminar y solazarse.
Comparación interesante
Poirier dijo que suconexión con Vietnam ha recorrido un largo camino, pues su infancia estuvoenriquecida con historias sobre el país, particularmente Hai Phong y Saigón(ahora Ciudad Ho Chi Minh), narradas por su abuelo, quien solía trabajar paraun alto comisionado marino que viajaba con frecuencia entre Francia y paísesasiáticos.
"Entonces, cuandoregresé a Hanoi en julio de 2012, tenía la sensación de volver a casa",dice en la película.
El exembajador establece variascomparaciones entre Hanoi y otros lugares, algunos comprensibles y otrossorprendentes. Algunas partes de la ciudad le recuerdan su lugar de nacimiento,la región portuaria de Bretaña.
Sin embargo, reconoce quela imaginación de una persona debe flexibilizarse para visualizar similitudesentre la red de estrechos y pequeños callejones de Van Chuong con Venecia, laantigua reina del Adriático. Pero como en Venecia, explica, todos esos callejonesfinalmente conducen a áreas espaciosas.
Las comparaciones impresionarony sorprendieron a la audiencia.
En “Mon Hanoi”, Poirierhace otras comparaciones poéticas e interesantes.
El exdiplomático dice que velas viejas paredes desvanecidas de la capital y sus anuncios borrosos como pinturasabstractas. Los icónicos cables aéreos son, a sus ojos, una hermosa pieza degeometría urbana.
También encuentrasimilitudes entre el ambiente que se respira en ciertos restaurantes callejerosde Hanoi y con el de algunos bistrós parisinos.
El exembajador quiereofrecer a “Mon Hanoi” como "un regalo para los residentes de Hanoi y todoslos vietnamitas"./.