El uruguayo vivió por ochoaños en la capital de Vietnam, después de que en 2002 fuera nombrado economistajefe del Banco Mundial para la nación indochina. Y durante su estancia en estepaís, aprovechó los fines de semanas para explorar cada rincón de Hanoi.
Grabó con su cámaranumerosas instantáneas que capturan los diversos rasgos históricos,arquitectónicos y culturales de la ciudad, incluyendo la vida cotidiana de sushabitantes.
Para Martín Rama, Hanoi escomo una musa a quien ama con pasión. “Ella” no es tan lujosa o sofisticadacomo las ricas capitales europeas, pero es absolutamente encantadora. Escaprichosa también. En verano, es impredecible y errática, entre caloresagobiantes, tormentas enormes y otros indeseados caprichos del clima; sinembargo, en otoño es dulce como la miel.
“¿Podemos explicar lashistorias de amor?”, respondió el economista a preguntas sobre su afecto porHanoi.
Si alguien lee su librosobre la ciudad advierte de entrada que este no es un simple ensayo sobre temasurbanos, sino una historia de amor en la que “ella” hace de musa e impregna laobra de felicidad. Y a ratos, de nostalgia también. El autor no oculta susdeseos de caer nuevamente en los mil brazos asfaltados de esta amada amante.
Allá en Uruguay, como enotras tierras de América, se dice que el amor entra por la cocina. Y eso fue unpoco lo que le ocurrió a Martín Rama en Hanoi, porque el Pho, una típica ypopularísima sopa vietnamita, le conquistó el paladar, como después harían consus otros sentidos los callejones estrechos y los mil ruidos de la vida citadina.
Y el lector de su libroagradece que haya ocurrido así, porque la obra, distante del estilo exacto perofrío que caracteriza a los informes económicos, se degusta con el mismo placerque un tazón de Pho.
Martín Rama considera aHanoi como un plato especial y el libro es su intento de encontrar la receta.Aparentemente algunos “ingredientes” del texto no guardan relación entre sí,como sucede con la carne de res y los chalotes. Así, algunos capítulos hablande arquitectura, otros sobre la vida cotidiana o acerca del clima... La mezclapodría parecer antojadiza, desordenada incluso, pero tiene explicación.
“Es la misma sensación quecuando caminas por Hanoi: vas por calles llenas de gente y de pronto teencuentras un templo tranquilo; miras una casa colonial francesa y al lado hayun edificio moderno. Y mientras vagabundeas, todo se mezcla, componiendo unplato tan único, delicioso y perfecto como el Pho”, explicó.
Con mucho más de media vidatras de sí, este hombre ha estado en diferentes lugares del mundo, pero ningunole seduce tanto como Hanoi. Aquí se puede pasar casi inmediatamente de unacalle ruidosa al patio íntimo de un viejo edificio colectivo o a un lago conparejas y pescadores.
A primera vista la ciudadpuede parecer caótica, y de hecho uno de los capítulos del libro se titula‘¡Caos!’ La densidad poblacional en Hanoi es tanta que las motos desbordan lascalles y mucha gente vive en espacios reducidos.
Pero al caer la noche, pequeñosrestaurantes y cafetines invaden las aceras, mientras las plazas se llenan degente que juega al bádminton. De noche, en las infaltables motos, losenamorados pasean; y al amanecer, los ancianos practican yoga o danzas clásicasen los parques...
Caminar por la ciudadsiempre fue para Martín Rama una pausa necesaria, un respiro cuando completabaun trabajo o se sentía cansado y necesitaba un momento de relajación. Durantelos años en que trabajó en Hanoi disfrutó de la ciudad de todo corazón, viviendoen una antigua mansión de estilo francés que él mismo renovó. Y ahora que lavisita ocasionalmente, tiene un apartamento, también renovado por él, en unviejo edificio colectivo.
Antes de conocer a MartínRama, yo pensaba que esta ciudad, donde he residido durante mis más 30 años devida, no era muy diferente de otras metrópolis.
Sin embargo, lasconversaciones con este extranjero me revelaron que no es tan así. Hanoi, miHanoi, nuestra Hanoi, es muy amable. La vida en sus calles, la arquitectura ylos lagos son muy singulares, y son algunos de los encantos que conquistaron aeste economista uruguayo.
Según él, mientras quemuchas grandes ciudades del Sudeste Asiático están tornándose feas o aburridasde una manera irremediable, Hanoi es siempre una experiencia que vale la penavivir. En su opinión, puede llegar a volverse una de las ciudades másatractivas de Asia.
A sus ojos, Hanoi es unplato elaborado con ingredientes frescos en una dosis ideal. Los edificios,construidos bajo muy diversos estilos arquitectónicos- desde Art Déco y BeauxArts hasta los del estilo soviético y los viejos edificios colectivos - logranuna sorprendente armonía entre sí. Los templos y las iglesias se entremezclancon abarrotadas zonas comerciales, mientras las calles arboladas se entretejencon callejones estrechos de inconfundible estilo oriental.
“La ciudad y su gente meencantaron, y no me llevó mucho tiempo decidir que quería pasar aquí una fasesignificativa de mi vida”, confiesa Martín Rama emocionado.
Sobre su libro “Hà Nội, mộtchốn rong chơi", ganador en 2014 del premio "Bui Xuan Phai - Por elamor a Hanoi", contó: “En algún momento me quedó claro que teníasuficientes fotos e informaciones para reunir historias convincentes sobreHanoi: historias que combinaban textos e imágenes, pero también rigor académicoy experiencias personales. Así surgió en algún momento de 2007 la idea deescribirlo”.
El libro está acompañado decoloridas fotos de Hanoi e ilustra su visión única de esta ciudad donde aúnvale la pena vivir, pese a que está en proceso de rápida urbanización. MartínRama la describe como hermosa y dinámica, con su ajetreada vida en la calle.
Las calles de Hanoi creanuna imagen vívida de tráfico intenso, vendedores ambulantes y tiendas decerveza al lado de las calles. Los extranjeros que la visitan pueden sentirseapabullados, pero esa es la colorida y vibrante vida de la ciudad.
“Hanoi tiene una vida muyactiva al aire libre. La gente hace muchas cosas en las aceras. De la mismamanera que París tiene una ‘cultura del café’, Hanoi tiene una ‘cultura de laacera’ que es única”, comentó.
Como gran admirador deHanoi, Rama dijo que se sentiría muy feliz si en algo pudiera contribuir a“hacer que Hanoi brille como una excelente ciudad amada por todo el mundo”.
Semejante amor lo hallevado a lanzar un proyecto de desarrollo urbano inspirado en el objetivo deencontrar la manera de realizar las transformaciones necesarias de manerasostenible, con inversiones rentables pero respetuosas del carácter de estaciudad milenaria. Es así que dirige de manera honoraria un proyecto de estudiosen el Centro de Desarrollo Urbano Sostenible, de la Academia Vietnamita deCiencias Sociales.
Martín Rama considera a losantiguos edificios colectivos (Khu Tap The) como un patrimonio que debeintegrarse en el proceso de desarrollo de la capital. Para él, estasestructuras son parte de la memoria colectiva de la ciudad al estarestrechamente vinculadas a la infancia de muchas generaciones de hanoienses.
El proyecto podrá o notener éxito, pero lo seguro es que reflejará los increíbles esfuerzos de unextranjero que ama sinceramente a Hanoi./.