Al llegar estos días al distrito de Hai Hau en la provincia de Nam Dinh, sentimos el entusiasmo de sus residentes enfrascados en la construcción de un campo nuevo.

Cada escuela, casa o carretera nueva lleva en sí marcas de la participación comunitaria que permiten a Hai Hau cambiar diariamente.

Un 40 por ciento de la población de la comuna de Hai Phuong es católica, que cada mañana, ante el tañido de la campana acude a la iglesia Giap Nam, con vestidos bien arreglados y rostros rebosantes de fe y alegría.

El ingreso anual per cápita de la comuna se incrementó hasta los 850 dólares tras los dos primeros años del plan, con el que más del 87 por ciento de los hogares lograron el título de familia culta , el 90% por ciento de los matrimonios no tienen el tercer hijo, cumpliendo así la ley de planificación familiar, y 95 de cada cien viviendas poseen agua potable.

Pocos saben que apenas cinco años atrás , Hai Phuong era una de las comunas más pobres del distrito de Hai Hau., pero ahora la iglesia y otros establecimientos católicos están remozados, los caminos internos están pavimentado , el sistema escolar desde las guarderías infantiles hasta la enseñanza básica cumplen estándares nacionales y la seguridad social se mantiene estable.

“Hai Phuong cumplió 13 de los 19 requisitos obligatorios para ser reconocida como una comuna rural renovada,” informó el presidente del Comité comunal del Frente de la Patria Vu Van Hung, para quien lo logrado fue gracias a la unidad entre los llamados “Luong” (laicos) y los llamados “Giao” (católicos).

Los feligreses participan activamente en todas las tareas, especialmente en la unificación de las parcelas cultivables mediante la permuta entre sus dueños para mejorar la productividad, desarrollar los oficios artesanales y nuevos servicios para aumentar los ingresos, además de entrega de terrenos privados a la comunidad para ampliar la infraestructura de comunicaciones.


Católicos de Hai Hau en una misa domenical. (Fuente: VNA)

Con este movimiento de renovación del campo se fortalece la unidad de la población que no reconoce distinción entre los religiosos y los no creyentes. Todos, codo a codo, estudian, trabajan y esfuerzan para que su tierra natal cada día sea más próspera y hermosa.

A tres kilómetros de la comuna Hai Phuong se encuentra la de Hai Duong, dividida por el río Doi. En la rivera izquierda viven los religiosos y los paganos en el lado opuesto.

En tiempos remotos, los “Luong” no podían casarse con los “Giao”, una norma no escrita aceptada por numerosas generaciones de jóvenes que no se atrevían a pasar más allá de los sentimientos amistosos, ni mucho menos al matrimonio.

“Pudimos ser buenos amigos, pero absolutamente no pudimos salir juntos. La razón es la diferencia de creencia, los rituales y comportamientos. La mayoría de los llamados “Luong” practican algunas costumbres budistas mientras los llamados “Giao” van a la iglesia católica cada semana y ambos no creen en la adivinación,” contó la anciana Vu Thi Nhai al recordar su vida juvenil.

Gracias al desarrollo y el rápido cambio en el país el pensamiento de la gente ha transformado notablemente, especialmente a partir de la elección de Hai Duong como una de las 11 comunas pilotos para la ejecución del programa de renovación del campo en Vietnam.

Ya entienden que a pesar de creencias religiosas distintas, los aldeanos tienen el mismo sueño de una vida próspera y feliz.

La católica Mai Thi Xuan, de 20 años de edad, quien se casó con un joven laico, recordó que al principio a pensó mucho sobre las diferencias, pero más tarde se dio cuenta que el amor es lo más importante para obtener la felicidad.

La boda se realizó de acuerdo con los ritos de las dos partes. Por un lado se hicieron la certificación del matrimonio y el saludo a los parientes como requiere la familia del novio y por otro, se presentaron en una ceremonia en la iglesia bajo el testimonio del Padre como deseaba la familia de la novia.

Después de dos años de matrimonio, Xuan se adaptó a las costumbres de la familia del esposo, visita el templo cada fin de semana y la felicidad del pequeño hogar se completa con un niño de un año de edad.

Nguyen Van Cuong, nacido en 1988, estudió por dos meses las prácticas católicas antes de casarse con una creyente a principios de este año y ahora la acompaña a la iglesia cada fin de semana. “Veo bueno también ir a la iglesia, hacíamos a cosas buenas.”

El río Doi ahora ya no es la frontera que divide las dos religiones sino un puente que conecta el amor y la unidad de las comunidades “Luong” y “Giao”. Es un cambio feliz, un factor de la renovación de una zona rural en tiempos de integración. – VNA

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