Dedica sus tiempos libres ala limpieza de paredes de esta capital vietnamita y a la enseñanza del idiomainglés a jóvenes locales, con el deseo de que su trabajo voluntario contribuyaa aliviar las cicatrices de guerra.
Su misión de librar a Hanoide los anuncios pegados ilegalmente en las paredes públicas ha inspirado amuchos ciudadanos a hacer lo mismo.
Esfuerzos para aliviar cicatrices de guerra
El hombre de 71 años llegópor primera vez a Vietnam en 1969 como soldado del Ejército de Estados Unidos.Regresó al país indochino a finales de 2014 con pesar, deseando compensar loserrores que cometió durante la guerra.
Al regresar a casa despuésde haber experimentado por cuatro años la brutalidad de la guerra, Paul seconvirtió en un activista antibélico, trabajando para ponerle fin al conflictoarmado contra el país sudesteasiático, que se prolongó más de 20 años.
Lo que motivó su decisiónde volver a Vietnam en 2014 fue el libro “Anoche soñé con la paz”, una historiabasada en el diario de la doctora del ejército vietnamita Dang Thuy Tram, quienfalleció en batalla cuando apenas cumplía 27 años.
El diario, relato personalde Thuy Tram, reflexionaba sobre la crueldad de la guerra, en la cual pereciómientras trataba de defender a sus pacientes.
Paul dijo que venir aVietnam era su forma de disculparse por los sufrimientos que su país habíacausado a este pueblo.
Al ver las paredes de lacapital llenas de carteles y volantes, Paul inició una batalla parasensibilizar a los residentes con la limpieza de la ciudad.
El trabajo de Paul ha inspiradoa más de 440 estudiantes, quienes tomaron sus clases de inglés, para seguir elmismo curso de acción.
Paul recordó que estabaparticularmente impresionado por una estudiante que persistió con el retiro delpóster hasta las 3:30 a.m., a pesar de tener que trabajar por la mañana.
El veterano estadounidenseconsidera que el trabajo es una batalla para sensibilizar a los residentes deHanoi sobre cómo tales carteles ensucian la ciudad.
Los dolores en los hombrosy las muñecas, así como cortes y hematomas son las lesiones más comunes de sudía a día, dado que se requiere una fuerza significativa para quitarcompletamente los carteles, y se necesitan escaleras para llegar a lugaresaltos.
El trabajo a veces esdesalentador, admitió, especialmente cuando una pared que se ha limpiado soloun día antes, aparece nuevamente llena de carteles.
“Esta útil labor ayuda arecuperar la belleza de las calles de Hanoi, donde vivo y trabajo”, explicóPaul. Ha estado obsesionado por los recuerdos de la guerra en Vietnam durantetoda su vida, destruyendo cualquier paz en su corazón.
“Siempre me siento culpablepor lo que hice en Vietnam y quiero hacer algo por los jóvenes vietnamitas paraque puedan desarrollar sus carreras. También deseo hacer algo útil para lacomunidad aquí”, manifestó.
“No me rindo”
A pesar de los constantesconsejos sobre la inutilidad de su trabajo, dado el inmenso número de muros queexisten en la ciudad, Paul respondió que no tenía planes de rendirse pronto.
De los primeros cinco oseis voluntarios que se unieron a él en sus primeras misiones, su equipo ahorase ha expandido a más de 440 personas e inspira a muchos otros.
Paul cree que está en elcamino correcto para hacer que los hanoienses se den cuenta de lo hermosas quepodrían ser sus calles sin los feos carteles.
Asimismo, espera atraer laatención de las autoridades locales y lograr que intervengan en beneficio comúnde todos los residentes de Hanoi.
¿Quiere aprender inglés?
Además de limpiar paredes,durante los últimos cinco años Paul ha estado impartiendo clases de inglés paramejorar las habilidades de comunicación en ese idioma de los jóvenesvietnamitas.
Esa idea se le ocurrió aPaul después de investigar un poco y descubrir que el costo de aprender inglésen Vietnam era notablemente alto en comparación con el ingreso local promedio.
A pesar de no tenerexperiencia previa o calificaciones en educación, dijo que confiaba en sucapacidad de enseñanza gracias a que sus padres eran ambos maestros.
Al principio, las clases deinglés de Paul se ofrecían de forma gratuita a los necesitados, en un sitioproporcionado por la administración local.
Sin embargo, a medida quelas clases se ampliaron, la pequeña habitación que le dieron ya no era losuficientemente grande para albergar a todos sus estudiantes, lo que lo obligóa asociarse con un centro local de inglés y alquilar un lugar.
Paul ahora cobra a susestudiantes una tarifa de matrícula simbólica por mes para cubrir el alquiler yotros costos operativos.
Contó que estaba impresionadocon los estudiantes vietnamitas por su diligencia y perseverancia, lo que losayuda a alcanzar sus metas deseadas.
A pesar de su avanzadaedad, Paul asegura que aún se siente como un hombre de 30 años.
¿El secreto de susentimiento eterno de juventud? Un cuerpo lleno de energía y una mente llena deesperanza, dijo./.