Hanoi (VNA) - La victoria de la Revolución de Agosto de 1945 se convirtió en un poderoso símbolo de esperanza para los movimientos de liberación nacional en todo el mundo, especialmente en Asia, aseveró el profesor Shimizu, de la Universidad de Osaka, Japón.
El académico, que ha dedicado años al estudio de Vietnam, hizo esta valoración en una entrevista concedida a la Agencia Vietnamita de Noticias (VNA) en ocasión del 80.º aniversario de la Revolución de Agosto (19 de agosto) y del Día Nacional de Vietnam (2 de septiembre).
Según Shimizu, el hecho de que un país pequeño lograra por sí mismo liberarse del dominio de las potencias coloniales occidentales transmitió un mensaje de coraje e inspiración a numerosos pueblos oprimidos.
A su juicio, la Revolución de Agosto y el nacimiento de la República Democrática de Vietnam constituyen un hito histórico indiscutible, que refleja el espíritu de independencia y el anhelo de autodeterminación del pueblo vietnamita.
El profesor Shimizu destacó especialmente el talento político y la visión estratégica del Presidente Ho Chi Minh, quien supo aprovechar con gran inteligencia el contexto internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial. En un momento marcado por el vacío de poder tras la rendición de Japón y el debilitamiento del control francés, Ho Chi Minh logró unificar al pueblo y proclamar la independencia nacional.
Una de las decisiones más innovadoras de esa etapa, según Shimizu, fue la adopción del alfabeto latino (quoc ngu) como sistema oficial de escritura del idioma vietnamita, en sustitución de los complejos caracteres chinos y del nom (antigua escritura vietnamita).
En un país con altos índices de analfabetismo y una fuerte influencia del chino clásico y el francés, esta medida facilitó la alfabetización y permitió que cada ciudadano comprendiera los ideales y políticas de la revolución, transformando así la lucha por la independencia en un movimiento verdaderamente popular.
En el plano regional e internacional, el profesor japonés consideró que la Revolución de Agosto impulsó una ola de descolonización en Asia y tuvo un profundo impacto en su contexto histórico. El caso vietnamita demostró que incluso un país pequeño podía alzarse y conquistar su independencia frente a las grandes potencias, enviando un mensaje claro a la comunidad internacional: el colonialismo ya no tenía cabida, y comenzaba a configurarse un nuevo orden mundial.
Más allá de cambiar el rumbo de su historia, la Revolución de Agosto desempeñó un papel clave en el proceso global de descolonización, marcando un punto de inflexión en la historia contemporánea. Para el profesor Shimizu, el mayor legado de esa revolución es el espíritu de independencia y la voluntad de los vietnamitas de asumir el control de su propio destino, un valor que ha guiado el proceso de construcción y defensa nacional desde 1945 hasta hoy.
Durante estas ocho décadas, a pesar de guerras, bloqueos económicos y los desafíos de la integración internacional, Vietnam ha mantenido una política exterior de independencia y autodeterminación, fiel al espíritu de “atreverse a levantarse” que marcó el otoño de 1945. Ese mismo espíritu ha permitido al país pasar de una nación pobre y postcolonial a convertirse en un miembro activo de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y numerosos tratados de libre comercio de última generación.
Para Shimizu, el espíritu de la Revolución de Agosto no es solo parte del pasado, sino un verdadero “patrimonio espiritual” que sigue guiando el rumbo de Vietnam en la era de la globalización. Frente a los desafíos del presente -como la competencia estratégica entre potencias, las crisis en las cadenas de suministro, el cambio climático y la transformación digital-, mantener la independencia, la autodeterminación y la capacidad de adaptación creativa será esencial.
Hoy, Vietnam ya no lucha por tomar el poder como en 1945, pero sí por mantener su soberanía en los ámbitos digital, tecnológico, ambiental y nacional. La Revolución de Agosto, como punto de partida de un Estado independiente, sigue siendo un símbolo del anhelo de “progresar con recursos propios”, un objetivo que el país continúa persiguiendo, concluyó./.