Vietnam es considerado como la miniatura del conjunto de las religiones en el planeta, un país donde las creencias religiosas se desarrollan paralelamente y aportan al progreso de la nación.
De acuerdo con estadísticas oficiales, el 27 por ciento de la población, equivalente a 24 millones de personas, son creyentes de seis principales religiones (Budismo, Hoa Hao – una secta budista, Catolicismo, Islamismo, Cao Dai y Protestantismo), además de diversas doctrinas como Baha´i, Brahmanismo y Tu An Hieu Nghia.
Según el viceministro de Interior y jefe del Comité de Asuntos Religiosos del gobierno vietnamita, Pham Dung, hasta la fecha el Estado reconoció a 38 organizaciones de 14 religiones, en comparación con 26 instituciones de seis antes de 2006.
A lo largo de los 70 años desde la fundación de la República Democrática de Vietnam (ahora República Socialista de Vietnam), el Partido y el Estado concedieron permanente importancia a la práctica de los credos e implementaron estrictamente la política de respetar y garantizar el derecho a la libertad de religión y creencias, y fortalecer la unidad entre los fieles de un particular y diferentes dogmas, así como entre los religiosos y no religiosos.
Esta voluntad fue ratificada en las versiones de la Constitución y en múltiples documentos legales.
Si la primera carta magna (1946) estipuló que todos los ciudadanos tienen el derecho a la libertad de religión y creencias, la Constitución de 2013 revalida que “Todo el mundo goza de la libertad de creencias y de la religión, puede profesar religión o no seguir ninguna. Todas las religiones son iguales ante la ley. El Estado respeta y protege el derecho a la libertad de religión y creencias. Nadie puede violar la libertad de creencias y de culto, ni abusarla para contravenir la ley”.
El documento legal más destacado y completo en el primer periodo de la legislación vietnamita sobre los asuntos religiosos fue el decreto firmado el 14 de junio de 1955 por el Presidente Ho Chi Minh, el cual clarifica: “La práctica libre de creencias y culto es un interés del pueblo. El gobierno de la República Democrática siempre respeta ese derecho y apoya a la población a materializarlo.”
Ho Chi Minh fue también autor de centenares de escritos al respecto, en los cuales enfatizó que la unidad nacional, particularmente entre los dogmas, es factor decisivo para el éxito de la causa revolucionaria, así como el destino del pueblo.
Durante casi 30 años de Doi Moi (Renovación), el Partido y el Estado renovaron las políticas relativas, poniendo énfasis en la garantía duradera de este legítimo derecho de la población, al igual que el fortalecimiento de los vínculos entre la comunidad religiosa y la unidad nacional, lo que aporta a construir un país de paz, estabilidad y desarrollo.
Es de notar que los valores morales y culturales de los credos fueron reconocidos, y el Partido y el Estado estimularon las actividades que benefician a la Patria y la sociedad.
En la actualidad los organismos pertinentes siguen estudiando el rol de las religiones en el desarrollo sostenible, a fin de constitucionalizar cabalmente la postura del Partido sobre la protección de la práctica de las creencias y el impulso de la participación de las organizaciones religiosas en programas de salud, cultura y educación.
Gracias a esos esfuerzos, el número de creyentes y dignatarios subieron de 14 millones y 35 mil en 1985 a 24 millones y 87 mil en 2014, respectivamente.
Hasta el momento hay 17 centros de formación superior de dignatarios religiosos de Budismo, Catolicismo, Protestantismo, Cao Dai y Hoa Hao. Alrededor de mil investidos realizaron máster o doctorado en el extranjero.
Más de 80 por ciento de los establecimientos de culto, o 21 mil del total de 26 mil, fueron restaurados y se construyeron tres mil nuevos.
Paralelamente con el avance de la nación, la cultura religiosa con características únicas aporta a formar la identidad vietnamita, incidiendo en la moralidad y estilo de vida de los ciudadanos.
Siendo una parte importante en la comunidad de nacionalidades, los fieles siempre unen y se esfuerzan juntos con el pueblo por los beneficios comunes de la nación.
Además de la creencia y el culto a los antecesores, la Madre y los Patrones de Aldea, millones de los vietnamitas tienen las influencias del budismo.
Durante los últimos diez años, las actividades religiosas atraen la participación de una gran cantidad de seguidores, creando confianza de la población en las políticas del Partido y el Estado sobre la libertad religiosa.
El país organizó exitosamente las grandes fiestas budistas de Vesak en 2008 y 2014, la conferencia internacional de religión en Asia Pacífico en 2010, la décima Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal y el centenario de la introducción del protestantismo en Vietnam, las cuales captaron la atención y participación de miles de creyentes y dignatarios foráneos.
Según el exjefe del Comité de Asuntos Religiosos del Gobierno Nguyen Thanh Xuan, el Estado aplica políticas y regulaciones legales claras y concretas, que facilitan las operaciones de las religiones en el país.
Por otro lado, los seguidores unen con las clases populares y apoyan las políticas del Partido y el Estado en la construcción y defensa nacional, además de participar activamente en las actividades humanitarias, del bienestar social y salud y educación.
Desde la renovación nacional hasta la fecha, las transformaciones en la vida religiosa en Vietnam contribuyeron a consolidar la confianza de los fieles en el Partido y el Estado, mantener la estabilidad política y el desarrollo nacional, así como desmentir los argumentos distorsionados sobre la religión y las políticas vietnamitas en este campo.- VNA