París (VNA)- El 22 de agosto se emitirá el fallo en la demanda presentada por la franco-vietnamita Tran To Nga contra 14 empresas químicas que suministraron Agente Naranja (AN)/dioxina al ejército estadounidense durante la guerra pasada en el país indochino, anunció el Tribunal de Apelación de París después de una audiencia el 7 de mayo.
En la sesión, Bertrand Repolt y William Bourdon, dos abogados que apoyaron voluntariamente a la mujer de 82 años en la demanda, argumentaron que las empresas químicas que suministran herbicidas al ejército estadounidense para su uso en el campo de batalla en Vietnam deben ser consideradas responsables por sus acciones y no tener derecho a la “inmunidad soberana” con la excusa de servir al Estado de Estados Unidos.
Señalaron que hay pruebas suficientes para demostrar que esas compañías se habían sumado voluntariamente a la licitación y tenían derecho a determinar la producción y el contenido de dioxinas en el veneno suministrado al ejército estadounidense en Vietnam entre 1961 y 1971. Esas acciones causaron consecuencias catastróficas que aún perduran hasta el día de hoy para la gente y el medio ambiente en el país asiático.
To Nga es víctima de la dioxina y ha sufrido consecuencias muy graves, sostuvieron los abogados, y precisaron que su clienta perdió a su primera niña, sus otras hijas tuvieron que soportar problemas de salud y ella también se volvió cancerosa.
Agregaron que el derecho a un juicio es un derecho básico de To Nga y esperaban recuperar justicia para la víctima.
Por su parte, los abogados defensores de las 14 empresas químicas negaron la responsabilidad de sus clientes, argumentando que las firmas habían actuado a petición del ejército estadounidense. Ante esto, citaron la inmunidad soberana que permite a un Estado soberano no ser procesado ante un tribunal de otro, para negar la responsabilidad de las mismas por las consecuencias causadas por sus productos en el campo de batalla vietnamita.
En declaraciones a los medios de comunicación después del juicio, los abogados de To Nga dijeron que su clienta no tiene intención de demandar al Estado de Estados Unidos, sino que sólo quiere presentar pruebas para exigir a las empresas químicas que sean responsables de su producción proactiva e independiente del AN con fines comerciales y lucrativos.
Repolt evocó que un tribunal de Estados Unidos había llegado a la conclusión de que los herbicidas no eran un arma de guerra, por lo que esas empresas no tienen derecho a la inmunidad soberana.
Mientras tanto, Bourdon afirmó que tiene confianza en esta lucha legal.
To Nga comentó a la prensa que los abogados que representan a las empresas revelaron muchas debilidades, como apegarse a la inmunidad soberana sólo para evadir la responsabilidad y utilizar argumentos infundados.
Después del juicio, los abogados de las empresas se marcharon silenciosamente, pero sus abogados y otras personas se quedaron con ella, demostrando que su lucha recibe apoyo porque es justa y noble, continuó, expresando su determinación de proseguir la demanda hasta el final.
Nacida en 1941, Tran To Nga se vio expuesta al Agente Naranja en 1966 cuando era reportera de la Agencia Informativa de Liberación. Tanto ella como sus hijas padecen enfermedades típicamente vinculadas a la dioxina como trastornos cardíacos, diabetes y asma.
Durante más de 10 años de persistir en su demanda para reclamar justicia para ella y millones de víctimas de ese producto químico en Vietnam, Tran To Nga ha captado la atención de la comunidad internacional y miles de personas la acompañan en su lucha histórica.
De 1961 a 1971, las tropas estadounidenses rociaron unos 80 millones de litros de productos químicos tóxicos, de los cuales el 61 por ciento era el Agente Naranja, que contenía 366 kilogramos de dioxina, sobre más de tres millones de hectáreas de tierras en el sur de Vietnam (aproximadamente el 25 por ciento del área total de esa región y 17 veces más que la densidad permitida para su uso en la agricultura norteamericana).
Se estima que casi 4,8 millones de vietnamitas fueron expuestos a esa sustancia química, mientras que otros tres millones, que son sus hijos, nietos e incluso bisnietos, todavía sufren las afectaciones a pesar de que la guerra acabó hace casi medio siglo./.