Hanoi (VNA) – Los logros amplios y notables alcanzador por Vietnam en casi 40 años de Doi Moi (Renovación), junto con el vertiginoso avance de la Cuarta Revolución Industrial, han abierto una oportunidad histórica para que el país entre en una nueva etapa: la era del ascenso nacional.
Esta nueva realidad exige a Vietnam llevar a cabo una transformación profunda de su sistema político, con el fin de construir una estructura organizativa verdaderamente eficiente, ágil y capaz de afrontar los desafíos de esta etapa.
No obstante, fuerzas hostiles, elementos reaccionarios y políticos oportunistas han seguido difundiendo discursos tergiversados con la intención deliberada de distorsionar el propósito de estas reformas, sembrar dudas en la ciudadanía, generar descontento y socavar la unidad nacional para frenar el desarrollo del país.
El 14 de febrero de 2025, justo después de que el Buró Político publicara la Conclusión No. 126-KL/TW, la cual establece las tareas y medidas clave para continuar racionalizando la estructura del sistema político en 2025, estas fuerzas desataron una “campaña mediática tóxica” dirigida a desacreditar al Partido y al Estado vietnamita.
Es importante partir de un hecho evidente: el aparato estatal actual sigue siendo voluminoso, con funciones superpuestas que provocan ineficiencia. La duplicación de tareas entre organismos, así como la existencia de múltiples niveles intermedios, generan lentitud, rigidez en la toma de decisiones y trabas en la ejecución de políticas.
La falta de una delimitación clara de funciones y responsabilidades deriva en una baja rendición de cuentas, invasión de competencias, bloqueos entre organismos e incluso neutralización mutua de sus funciones. Todo esto promueve una cultura de evasión de responsabilidades, deja espacio para irregularidades, fomenta la corrupción y perjudica la gobernanza.
Un ejemplo concreto se da en la gestión de la seguridad alimentaria: un solo producto puede estar bajo la supervisión de tres ministerios distintos –Salud, Industria y Comercio, y Agricultura y Desarrollo Rural (hoy Agricultura y Medio Ambiente)–, lo que genera confusión sobre quién debe actuar en caso de incidentes, retrasa la respuesta y afecta la confianza pública y empresarial.
Por lo tanto, el problema de un aparato estatal excesivo no es solo organizativo: también tiene implicaciones directas en los derechos ciudadanos, la competitividad de las empresas y el desarrollo económico general.
De ahí que la reestructuración del aparato estatal, la racionalización de sus unidades y la definición clara de funciones, responsabilidades y organismos líderes se haya vuelto una necesidad urgente para construir una administración moderna que realmente esté al servicio de la ciudadanía y las empresas.
A esto se suma una pesada carga financiera. Según datos del Ministerio del Interior en 2023, Vietnam contaba con unos 2,5 millones de funcionarios y empleados públicos, la mayoría en el sector de servicios. Los gastos fijos del aparato administrativo representan una porción considerable del presupuesto estatal. El Ministerio de Finanzas señala que, durante años, el gasto corriente ha oscilado entre el 65% y el 70% del presupuesto nacional, destinándose en su mayoría a salarios y subsidios.
Esta carga no es menor, especialmente cuando el país necesita priorizar inversiones para el desarrollo, hacer frente al cambio climático y encarar retos globales como pandemias, transformación digital y transición energética.
En un contexto de recursos limitados, racionalizar el aparato estatal es clave para reducir esta presión financiera y optimizar la asignación de recursos.

Además, en un mundo cada vez más interconectado, contar con una administración pública moderna, transparente y flexible es fundamental para atraer inversiones y aumentar la competitividad del país.
Vietnam también ha definido metas ambiciosas de desarrollo: alcanzar un crecimiento del PIB de al menos el 8% en 2025 y buscar cifras de dos dígitos en los años siguientes, con la mira puesta en convertirse en un país de ingresos altos para 2045. Un aparato estatal pesado y lento no puede responder adecuadamente a los rápidos cambios de la era digital ni a las exigencias de una gobernanza moderna.
A su vez, racionalizar la estructura estatal también es un paso esencial en la lucha contra la corrupción y otras prácticas negativas.
Sin embargo, pese a estas evidencias, las fuerzas hostiles y oportunistas se niegan a reconocer la legitimidad y necesidad de estas reformas. Aseguran falsamente que son “superficiales” o “incompletas” por no modificar el sistema político, y argumentan que la fusión de organismos no resuelve nada. Estas afirmaciones no solo son erróneas, sino que buscan desacreditar los esfuerzos reformistas de Vietnam y fomentar la desconfianza en el liderazgo del Partido.
Desde el inicio del Doi Moi en el VI Congreso Nacional del Partido en 1986, Vietnam ha logrado avances significativos y de gran alcance en muchos sectores. De ser un país empobrecido y devastado por la guerra, se ha convertido en una de las economías más dinámicas de Asia-Pacífico. En 2024, el PIB superó los 476 mil millones de dólares, ubicando a Vietnam entre las 32 mayores economías del mundo. El ingreso per cápita creció de menos de 100 dólares en 1988 a casi cinco mil dólares, y la tasa de pobreza cayó de más del 70% en 1986 a menos del 3% actualmente (según el estándar multidimensional).
Vietnam se encuentra entre los 20 países con mayor volumen comercial y desde 2019 está entre los 20 principales receptores de inversión extranjera directa. También figura entre los 10 mayores receptores de remesas del mundo. Con exportaciones que superan los 405,53 mil millones de dólares, ya es una de las 20 mayores naciones exportadoras. La defensa, seguridad y el orden público se mantienen estables, y más del 92% de la población cuenta con cobertura de seguro de salud.
En el plano internacional, Vietnam ha establecido relaciones diplomáticas con 193 países, participa activamente en organizaciones internacionales y promueve la paz y cooperación a nivel regional y global. La exitosa organización de eventos como las cumbres de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), el Foro Económico Mundial (FEM) y APEC, además de sus dos períodos como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reflejan su creciente prestigio global.
Estos logros demuestran que la renovación política en Vietnam se ha hecho con principios firmes, adaptados a la historia, la cultura y las necesidades prácticas del país. No habría sido posible alcanzar este desarrollo estable e integración internacional sin una renovación profunda del pensamiento político, de la estructura organizativa, del sistema legal y de la administración pública. La reforma política es, sin duda, un componente esencial del modelo de renovación integral con identidad vietnamita.
La historia enseña que toda revolución genuina, ya sea política, económica o social, exige sacrificios, muchas veces considerables. La actual transformación del aparato estatal y del sistema político de Vietnam no es la excepción. Ese sacrificio implica dejar cargos, beneficios y estabilidad personal en favor de un aparato estatal más reducido, eficiente y orientado al bien común. Decenas de miles de funcionarios han renunciado, han sido reubicados, se han jubilado anticipadamente o han rechazado promociones, no por falta de capacidad, sino por compromiso con el interés general. Reconocen que un aparato sobredimensionado frena el desarrollo nacional.
Esta racionalización no es un cambio cosmético ni una medida reactiva, y mucho menos una “reforma a medias” como afirman algunos. Es una revolución administrativa profunda, cuidadosamente planificada y guiada por las exigencias del desarrollo nacional, que contribuirá de forma decisiva al proceso de renovación integral del país y al bienestar del pueblo./.