Ciudad Ho Chi Minh (VNA)- Varias localidades vietnamitas del delta del Mekong impulsan una agricultura verde, sostenible y resiliente al cambio climático mediante modelos productivos, aplicando durante los últimos dos años tecnologías y soluciones ecológicas para reducir emisiones, proteger el medio ambiente y salvaguardar la salud pública.
El sector agrícola ha “ecologizado” varias cadenas: cultivo de arroz con riego intermitente para disminuir el uso de fertilizantes, cría de pangasius y camarón industrial con bajas emisiones, así como frutales en modelos circulares que reducen los fertilizantes inorgánicos.
Una estrategia clave es el proyecto del cultivo de un millón de hectáreas de arroz de alta calidad y bajas emisiones, ya desplegado en casi todas las provincias arroceras. Con 101 modelos piloto en cuatro mil 500 hectáreas, la productividad aumentó entre 5% y 10% y la rentabilidad económica entre 120 dólares y 200 dólares.
En la provincia Dong Thap, la productividad alcanzó 7,1 toneladas por hectárea; las ganancias de los agricultores crecieron casi 200 dólares por hectárea, además de reducir costos y bajar emisiones en 3,13 tonelada CO2/ha/cosecha.

En la ciudad de Can Tho, hasta junio de 2025 se desarrollaron 76 mil hectáreas con 12 modelos. La productividad creció entre 0,3-0,7 tonelada por hectárea; los costos se redujeron 47 dólares por hectárea; y las ganancias subieron entre 57 y 280 dólares por hectárea gracias a menos semillas, fertilizantes, pesticidas y agua de riego.
Mientras tanto, el Centro de Promoción Agrícola de la provincia de An Giang, junto con empresas, implementó un modelo de 50 hectáreas en la campaña de verano-otoño 2025.
También avanza en la senda ecológica la producción de pangasius. Según Nguyen Ba Thong, gerente del programa de la Organización Iniciativa para el Comercio Sostenible (IDH), producir un kilogramo de pangasius emite hoy entre seis y siete kilogramos de carbono. Con una producción anual de 1,5 millones de toneladas, las emisiones alcanzan entre nueve y 10,5 millones de toneladas. El alto nivel de peces muertos y lodos residuales también genera grandes volúmenes de gases de efecto invernadero.
Para reducirlo, IDH recomienda limitar el uso de soya cultivada en áreas deforestadas y aprovechar el lodo para criar insectos, que luego se utilizan como alimento para pangasius, sustituyendo la harina de pescado importada. Esta solución circular reduce emisiones y costos —el alimento representa 70-80% del costo de producción— y mejora la rentabilidad de los criadores./.