Hanoi (VNA) - Con el acelerado avance de la transformación digital, el ciberespacio se ha convertido en la base fundamental para la economía, la sociedad y la seguridad a nivel global. Sin embargo, junto con las oportunidades, el mundo enfrenta riesgos cada vez más graves causados por la ciberdelincuencia, desde robo de datos y fraude hasta ataques a infraestructuras clave.
De acuerdo con las Naciones Unidas, la ciberdelincuencia se divide en dos grandes grupos: por un lado, aquellos que utilizan la tecnología para cometer delitos tradicionales como la trata de personas, el lavado de dinero y la incitación al odio; y por otro, los delitos que dependen directamente de la red, como el fraude, el robo de identidad, la distribución de malware y la extorsión.
Aprovechando el anonimato y la conectividad global, los ciberdelincuentes pueden atacar a través de fronteras con una rapidez y eficacia sin precedentes. Los países en desarrollo son especialmente vulnerables debido a limitaciones en la conciencia y capacidad de defensa.
El doctor Vu Viet Anh, del Centro de Delitos Cibernéticos de la Universidad de Cambridge, señala que, con la expansión de Internet, han surgido nuevas formas de delitos y que los delitos tradicionales han migrado al ámbito digital.

Tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y las criptomonedas anónimas facilitan el lavado de dinero y otras actividades ilícitas. Además, destaca que, a diferencia de los delitos tradicionales, la ciberdelincuencia no está limitada por fronteras nacionales ni por lagunas legales que pueden ser aprovechadas.
Un informe del Foro Económico Mundial revela que, solo en la primera mitad del año, se registraron 208 ataques de ransomware dirigidos a entidades gubernamentales, lo que representa un aumento del 65% respecto al mismo período del año anterior.
Incidentes recientes, como los ataques al proveedor de productos aeroespaciales y de defensa Collins Aerospace o al sistema nacional de salud del Reino Unido, no solo causan pérdidas financieras, sino que también afectan directamente la vida y la salud de las personas.
Según Cybersecurity Ventures, los daños económicos globales causados por la ciberdelincuencia podrían alcanzar los 10,5 billones de dólares anuales en 2025, y aumentar hasta los 15 billones en 2029, cifra comparable a la tercera economía mundial.
Más allá de las pérdidas económicas, las consecuencias psicológicas son profundas. La IA difumina cada vez más las fronteras entre lo real y lo falso, con un aumento superior al 700% en el uso de ultrafalsos (deepfakes) para evadir verificaciones de identidad durante 2023. En Estados Unidos, el 16% de las víctimas de robo de identidad han considerado el suicidio, reflejando el impacto mental severo.
El profesor asociado Pham Duc Son, de la Universidad Curtin en Australia, advierte que la ciberdelincuencia ha dejado de ser un problema técnico para convertirse en una amenaza para la seguridad nacional y la confianza social.

La empresa de seguridad Fortinet informa que los delincuentes utilizan IA y automatización para escanear 36 mil vulnerabilidades por segundo. En 2024, más de 100 mil millones de registros fueron robados y compartidos en foros clandestinos, un incremento del 42% respecto al año anterior.
Expertos prevén que la ciberdelincuencia será cada vez más sofisticada con tecnologías emergentes como la computación cuántica, el metaverso, las redes 6G y las interfaces cerebro-computadora, capaces de romper los sistemas de cifrado actuales.
En Vietnam, una encuesta de 2024 de la Asociación Nacional de Seguridad Cibernética muestra que uno de cada 220 usuarios de teléfonos inteligentes ha sido víctima de fraude, con pérdidas estimadas en 18,9 billones de dongs (717,3 millones de dólares). Cerca del 46% de agencias y empresas han sufrido ataques cibernéticos, y un 15% han sido afectados por ransomware. Se estiman más de 659 mil incidentes en el año, una cifra alarmante.
Ante este escenario, el experto Sam Rubin, de Palo Alto Networks, sostiene que la IA es tanto una amenaza como una herramienta para detectar y responder rápidamente a los ataques. Recomienda adoptar estrategias defensivas proactivas, redes de confianza cero (zero trust) y una gestión continua de riesgos para adelantarse a los ciberdelincuentes.
La guerra sin disparos en el ciberespacio genera consecuencias reales en la economía y la confianza social. Solo a través de la cooperación internacional, el intercambio de información y la concienciación pública se podrá construir un entorno digital seguro y sostenible para todos en esta era de conectividad global./.